Sentado en el taburete frente a la barra pido una antigua botella de vino y dos vasos, ni estoy en un batzoki ni pasa una linda moza con pololos. Lleno los txikitos e invito a acompañarme a mi pasado:
– El mínimo común denominador en todas estas situaciones es simplemente el vino.
– Déjate de análisis vito-matemáticos.
– De acuerdo, pero hoy no está él y veo un gran vacío en Rekalde.
– Olvídate del presente, para esto no me has llamado.
– Quisiera volver a Deusto, a los pasillos, a mis rincones, pero han pasado los años y ya no debo.
– Trasládate a aquella época.
– Estoy con tanta gente… ¡qué será de sus vidas! Nazareth, Naia, Hetch, Ciro, … De Laura y de Santi algo podemos saber aun no manteniendo el contacto.
Bueno, y de él.
– Hoy más que nunca.
– ¿Te acuerdas de ese recital de los poetas malditos en el Paraninfo? Transgredíamos con velas… y vino.
– Entonces me tocó recitar al Lautreamont que recientemente le recordaban.
– Nosotros vivíamos la universidad, éramos universidad.
– Años después, con otras vivencias, eso vendía a posibles futuros deustenses. No sé si lo habrán hecho.
– No nos eran necesarias ni siquiera esas aulas que nos cerraban o directamente no nos abrían los bedeles.
– Así reivindicamos nuestra identidad, con la rebeldía de funcionar pese a las trabas.
– Esa no era nuestra identidad, sino nuestra fuerza. Nosotros éramos Barra-Libre, estábamos en la universidad, pero lo mismo nos hubiera servido estar en un bar y en grupo con vino y tabaco charlar de literatura, leernos nuestros escritos, apoyarnos.
– ¿Y ese libre? ¿simplemente porque éramos jóvenes?
– Libre de programas, corsés, imposiciones sin discutirlas previamente. Se encontraron frente a frente dos grandes y se dividieron las fuerzas.
– Una estrella fugaz y una luz que dejó de calentar.
– Había mucho polvo cósmico tras la estrella.
– Materia que se alejó, de donde pasó y de la estrella, para hacer otras cosas.
– Nos empezamos a alejar temprano, desviándonos a charlas en la parada de autobús, ogros grupos en la universidad o vino y cigarros en Rekalde.
– ¿Cuál fue el momento? ¿la desdicha?
– Fue el hacernos mayores, cada vez era menos yo y más tu.
– ¿Nos afectaron los kilómetros?
– Quizás sí, o quizás no. Una actitud mutua.
– Más cerca que lejos.
– Cerca… cerca estaba Extremadura, extrema y dura.
– Pero hoy es cuando ensancho el alma, tarde, culpable de la injusticia quiero ser colaborador de la lucha, de la Justicia.
– Como hablábamos los últimos días.
– Volver a morir, repetidas veces, y renacer de cenizas. Eso es lo que tienen las almas inmortales.
– Te esperaré si quieres volver, te esperaré allá donde quieras ir.
– En vida, en amor o en muerte, donde sea necesario.
Dedicado a Txiki (Sergio Oiarzabal)
