Llueve sobre tu ausencia.
Sobre el asfalto,
lloran palabras huérfanas
que no concertarás.
Pero nos queda la cadencia,
el vagido naciente de armonía
brotando de tus versos.
Nos queda tu memoria
de brillos deslumbrantes
y grises melancólicos.
Quiero pensar
que te tendremos siempre,
como un espejo de ti mismo,
en el hueco del alma
donde ha anidado
la herida de tu muerte.
