Elegía para Sergio Oiarzabal
Mientras surcaba el agua
los cauces proclamados por las lluvias
y la vida descargó sus zarpazos,
los infieles venenos
se hicieron contra ti
al hilo de tu vida malograda.
Una vez más la muerte,
con sus sandalias pardas,
peregrinó contigo
en las volutas del humo de tu plata.
Sabor de almendras verdes,
Pócima que se vierte
por encima de todos los sentidos,
obligada frontera al orbe alucinado
y al vendecido amor de tus poemas.
Te marchaste con ella en la negrura
al fronterizo espacio
y la clara ribera de los sueños.
Abatidas las letras,
su abecedario
se acurrucó en las olas con tus voces.
Los cuadernos escritos que olvidó
con los poemas.
